ENTREVISTA A WALTER BAGGINI, FUNDADOR Y PRESIDENTE DE COMEC ITALIA

 

Walter Baggini habla lentamente, sopesando cada palabra. Las preguntas que le hago son precisas y sus respuestas, también precisas, evidencian su deseo de narrarme la historia de su empresa. En efecto, la precisión es precisamente uno de los términos clave para comprender el trabajo de Comec Italia.

Se sienta ante mí una mañana como cualquiera, sin cita previa, porque de todos modos él está siempre aquí, en su empresa, entre sus empleados. Superado el umbral de los setenta años, aún supervisa el trabajo cotidiano, con expresión decidida y mirada atenta.

La sede de Comec Italia se encuentra en el distrito artesanal de Cavaria, en una laboriosa zona que se encuentra entre Varese y Milán. Aquí, en 1970, nace la empresa, que al principio se dedica a otro tipo de impresión: construye prensas para la impresión de camisetas en caliente.

¿Cuál fue la idea decisiva para el nacimiento de la empresa como la conocemos hoy?

La decisión de cambiar. Sí, la historia de Comec Italia comienza con un cambio: en plena crisis del sector textil, comprendí que el camino para seguir adelante ya no estaba tan claro, que era necesario tener coraje y buenas ideas para cambiar. Entonces introdujimos en Italia un nuevo tipo de impresión: la tampografía. En efecto, fuimos los primeros en producir impresoras de almohadilla a nivel industrial en el territorio nacional. ¡Y nos fue bien!

Desde entonces han pasado toneladas de acero, engranajes, silicona, kilómetros de cables y circuitos eléctricos, litros y litros de tinta, millones de objetos impresos de todo tipo, además de llamadas telefónicas, correos electrónicos, viajes… Hoy Comec Italia es una empresa dinámica que crea máquinas para imprimir cualquier tipo de objeto, incluso a medida. Entre sus clientes se encuentran algunas de las más importantes empresas internacionales productoras de electrodomésticos, automóviles, herramientas varias. Sobre la base de algunos simples datos (forma y material del objeto a imprimir, número de colores de impresión, horas de producción deseada), los técnicos de la empresa pueden aconsejar la máquina más adecuada entre las que ya tenemos en producción, o proyectar una máquina específica para las necesidades del cliente.

¿Cuál es la mejor característica de su empresa, en su opinión?

Desde el principio, hacemos todo por nuestra cuenta. Podemos construir una máquina desde cero: carpintería, elaboraciones mecánicas, cableado eléctrico, software y pintura. Nuestro trabajo se desarrolla a ciclo completo: nuestro lema es la autonomía.

Además, damos a nuestros clientes la posibilidad de tener un solo proveedor para todo lo que refiere a la tampografía, suministrando material de consumo (almohadillas, tintas, placas y clichés grabados) y dispositivos auxiliares (hornos, fotoexpositores, máquinas de lavado, etc.).

Pero sobre todo, nos caracterizamos por trabajar a escala industrial con espíritu artesanal. En efecto, prestamos gran atención a todas las fases del proceso de elaboración, precisamente como lo hacen los artesanos, controlando meticulosamente cada detalle. Cada máquina que producimos está destinada a una empresa en la que deberá funcionar en modo preciso y rendir lo más posible: nuestro cuidado artesanal es, en primer lugar, respeto por el trabajo de nuestros clientes.

¿Cómo ve el futuro de Comec Italia?

Actualmente al menos el 70 % de la clientela de Comec Italia es extranjera. Esto nos permite tener una visión más amplia del mercado. Dado que estamos firmemente presentes en algunos mercados tradicionales, como Estados Unidos, países del este y África del Norte, nuestro objetivo actual es expandirnos a aquellos países que aún no conocen totalmente nuestra tecnología, pero que están proyectados en una óptica de desarrollo, en Asia, en América del Sur y también en África.

La llamada globalización del mercado y del trabajo nos estimula a dar una capacitación cada vez más específica de nuestro personal, tanto a nivel tecnológico (electrónica, automatización) como de conocimiento de idiomas. ¡El trabajo nunca se detiene!

Y, justamente, parece que el trabajo lo llama, porque me saluda y me desea buen trabajo, reiterándome su disponibilidad. En sus pequeños ojos brillantes hay una luz de alegría y sabiduría. Es así que día a día se crea algo que perdura.